Un yoga que no hace diferencias
El yoga no es una filosofía de vida solo servible para unos pocos. Puesto que cada cuerpo es único, y la práctica de cada persona es diferente, esencialmente todo el yoga es adaptable. Las posturas tradicionales se adaptan al cuerpo físico, en lugar de ajustar y forzar el cuerpo en una pose, junto con la respiración, apoyos como mantas, sillas, cinturones y bloques, para satisfacer las necesidades de las personas con diferentes habilidades y servir de puntos de apoyo y contacto con la tierra. Las posturas de yoga pueden practicarse en una silla, de pie, o en la tierra con beneficios muy similares.
Han pasado cuatro años desde que empezamos la enseñanza del yoga a una persona con diversidad física, y gracias a esta clase en la que pudimos investigar y descubrir cuan beneficiosa resultaba la práctica, las clases han evolucionado a lo largo de los años, atendiendo a las necesidades diferentes de cada vez más alumnos/as. Sus habilidades han mejorado y sus capacidades aumentado.
En clase, comenzamos en un círculo en el suelo. Estar en un círculo crea un sentimiento de unidad, confianza y conexión, y permite observar todo con facilidad; sentados, tumbados sobre la espalda o apoyados en la pared, luego nos movemos hacia diferentes posturas. La transición de una postura a otra puede resultar muy difícil para algunas personas pero tratamos de movernos en diferentes planos y asistir cuando sea necesario físicamente (con permiso) o verbalmente, sosteniendo las manos u hombros para el apoyo y para no limitarnos a lo que el cuerpo ya sabe que puede realizar, siempre contando con la ayuda de las/los asistentes para facilitar la labor.
Mantenemos las clases similares semana tras semana para familiarizarnos con las asanas, aunque siempre hay alguna sorpresa o variante nueva que nos lleva primero a dudar de poder llevarla a cabo y después a sonreír al comprobar que la limitación era mental, no tanto física.
En yoga aprendemos a respirar por la nariz, las infecciones de las vías respiratorias superiores son comunes, por lo que el estímulo para mantener la boca cerrada es beneficioso. La música está jugando silenciosamente en el fondo durante toda la clase, coordinada con algunos ejercicios y conectándonos con nuestro cuerpo y nuestra respiración.
Algunos beneficios que se observan durante las clases con estos grupos especiales son: un aumento de la flexibilidad en muchos, una disposición a probar cualquier cosa, una mayor conciencia de sus partes del cuerpo, ser capaces de respirar más lenta y profundamente después de la practica y en el día a día, y en definitiva sentirnos en armonía y trascender los juicios de nuestra mente. Os animo, profesores/as de yoga, a asumir la experiencia de la enseñanza a personas con diversidad funcional. Una actitud de diversión, amor, confianza, perseverancia y paciencia es necesaria al conducir estas clases pero tiene una recompensa diez veces mayor que la energía invertida.